jueves, 6 de diciembre de 2012

Iglesia y Monasterio de San Benito el Real

Iglesia y Monasterio de "San Benito el Real"

            En la Edad Media el solar del actual edificio estaba ocupado por el Alcázar Real (Alcazarejo) de los reyes de Castilla, el cual en el siglo XIV perdió su función defensiva, siendo cedido en el año 1390 por el rey Don Juan I a la orden benedictina para albergar un convento. La primitiva iglesia del convento ocupaba el espacio de la antigua capilla del Alcázar conocida con el nombre de “Capilla de San Ildefonso”. A sus pies en el año 1407, Don Sancho de Rojas, obispo de Palencia, patrocinó la construcción de una importante capilla funeraria conocida como la “Capilla de los Fuensaldaña”, cuyos restos han llegado a nuestros días y actualmente forma parte del Museo de Arte Contemporáneo Español.
Detalle del escudo napoleónico de José I

            La orden benedictina en los siglos XIV y XV recibió importantes donaciones de nobles y eclesiásticos, convirtiendo el Monasterio de San Benito en uno de los centros principales de poder de la iglesia en Valladolid, pasando a ser la cabeza de la congregación en España y llegando a depender de ella más de noventa abadías y prioratos. La importancia adquirida por el monasterio y las cada vez más cuantiosas donaciones supusieron el inicio de la reconstrucción del conjunto.

            La nueva iglesia comenzó a construirse en 1499 bajo el mecenazgo de Don Antonio Valdivieso, Obispo de León y Presidente de la Real Chancillería de Valladolid, en la obra participaron algunos de los mejores arquitectos de la época, como Juan de Arandia, García de Olave, y Rodrigo Gil de Hontañón, autor del monumental pórtico construido entre los años 1569 y 1572.

            En 1582 el arquitecto Juan de Ribero Rada entregó las trazas para la construcción de un monasterio más amplio, se trataba de un proyecto ambicioso que sólo pudo ser llevado a cabo parcialmente, consideraba la fachada principal, y giraba en torno a tres claustros principales, el Patio Herreriano, que acogía las dependencias de los monjes, dormitorios, refectorio, sala capitular y biblioteca; el Patio de los Novicios, el cual separaba la zona de clausura de la zona pública; y el Patio de la Hospedería, que albergaba los servicios públicos del monasterio.

Planta del monasterio y su iglesia

            De los tres claustros destaca el denominado “Patio Herreriano”, en un principio atribuido erróneamente a Juan de Herrera por su parecido, tanto en el estilo como en las proporciones, con el “Patio de los Evangelistas” del monasterio de El Escorial. Se comenzó su construcción en el año 1596 una vez finalizada la fachada principal, y esta se prolongó hasta 1665. La situación del Patio Herreriano está condicionada por la iglesia de San Benito, el cuarto de San Julián (actual sala Gil de Hontañón del museo) y la capilla de los Condes de Fuensaldaña, lo cual influye en sus proporciones, el patio sirvió de enlace entre el conjunto de edificaciones que hasta entonces habían formado parte del monasterio.

            El Patio Herreriano no tiene una planta totalmente regular ya que tanto la longitud de sus lados, como sus ángulos no son iguales. Cada lienzo está constituido por dos alturas de siete arcos cada una, separados por columnas pareadas, toscanas en el cuerpo inferior y jónicas en el superior. Está construido de piedra pese a la dificultad de encontrarla en Castilla, gracias a la concesión por parte del Felipe II del uso en exclusiva de unas canteras cercanas. El Patio Herreriano constituye un gran ejemplo de la arquitectura clásica española del siglo XVI.

Patio Hereriano (Alejandro Pérez Ordoñez http://sialahistoriadelarte.blogspot.com)

            Las obras del conjunto finalizaron en el siglo XVIII con la construcción del Patio de la Hospedería, obra de Fray Juan Ascondo. Es un patio con forma rectangular de tres plantas,  y está construido en piedra y ladrillo.

Patio de la Hospedería (http://vallisoletvm.bolgspot.com)

            Años más tarde comenzó el declive del monasterio con la llegada de las tropas napoleónicas, las cuales levantaron los suelos de piedra de los patios para utilizar sus piedras en la pavimentación de calles, también construyeron hornos en el interior de la iglesia y la utilizaron como almacén de grano y paja. Después de la invasión francesa se produjo una pequeña recuperación benedictina que quedó truncada definitivamente con la Desamortización de Mendizábal, lo que originó  el cierre definitivo del monasterio en  1835. La iglesia fue despojada de sus obras de arte y lo que quedaba después del saqueo de las tropas napoleónicas fue trasladado al Museo Nacional de Escultura, donde hoy día se puede contemplar la sillería de estilo plateresco de Andrés Nájera y una gran parte del retablo mayor de Alonso Berruguete.

Fotomontaje de estado original de la Iglesia de San Benito
de Juan Carlos Urueña Paredes, perteneciente al  libro
 "Rincones con fantasma)

            El monasterio se convirtió en un cuartel denominado “Fuerte de San Benito”, lo que supuso el derribo y reforma de una gran cantidad de zonas del antiguo monasterio, después de ser abandonado fue adquirido en 1985 por el Ayuntamiento, instaurando una Escuela Taller, la cual bajo la dirección de los arquitectos Luis Villanueva y José Mª Peridis realizó la restauración de una gran parte del conjunto, en concreto la parte correspondiente al Patio de la Hospedería, para ser utilizado como sede de oficinas del Ayuntamiento. También se hicieron desde el año 1987 prospecciones arqueológicas, las cuales han puesto al descubierto el Alcazarejo y la muralla medieval. El resto del edificio alberga la sede del Museo de Arte Contemporáneo Español, el cual se articula a través del Patio Herreriano, y un sector del Patio de los Novicios está regentado por los Padres Carmelitas Descalzos, a los cuales en 1895 se les cedió la iglesia.

            La iglesia se construyó sobre el antiguo Alcázar Real, es de estilo gótico aunque su fachada es posterior, la cual está realizada en forma de torre-pórtico, en un principio poseía bastante más altura ya que disponía de dos cuerpos más para el campanario situados sobre los actuales, y que fueron derribados en el siglo XIX por amenazar ruina. La torre-pórtico es de planta cuadrada con arcos apuntados de medio punto a los tres frentes, dentro del pórtico se aprecia un escudo napoleónico de José I, siendo uno de los pocos que se conservan de la época.

            La iglesia se organiza mediante tres naves de seis tramos rematadas por tres ábsides poligonales, y separadas entre sí por pilares octogonales y molduras, que reciben las bóvedas estrelladas de terceletes, en los tramos más cercanos a la cabecera estos presentan capiteles y cornisas. Las naves laterales tienen gran altura, llegando casi a igualar a la de la nave central, se pude decir que la iglesia sigue la tipología de iglesia-salón, muy difundida en la primera mitad del siglo XVI, creando edificios muy espaciosos. La iluminación se resuelve a partir de grandes huecos que se abren en la pared de la nave lateral del lado de la Epístola y en los ábsides, originalmente existieron otros huecos en la nave central que fueron tapiados hacia 1580 cuando se elevaron los tejados. A los pies se dispone el coro alto con tracerías en sus antepechos, el cual abarca las tres naves de la iglesia y descansa sobre bóvedas estrelladas de terceletes y combados. En el interior se abren varias capillas y la sacristía, la mayor parte de ellas cubiertas con bóvedas estrelladas complejas. Destaca la Capilla del Licenciado Francisco Butrón, la cual se cierra mediante una verja, en su interior se encuentra un Cristo de 1616 de Gregorio Fernández, también merece especial atención la Capilla de los Mudarra, la cual contiene un altorrelieve  de Santa Teresa, obra de Juan Imberto, y que estuvo colocado con anterioridad en el convento de Santa Isabel. El exterior de la iglesia  presenta grandes muros de piedra caliza, con grandes ventanales para iluminarla interiormente, las fachadas laterales disponen de grandes contrafuertes que contrarrestan el empuje de las bóvedas con las que se cubre el interior.

Reja de Tomás Celma

            Dentro de la iglesia se encuentra una reja, obra de Tomás Celma que se instaló en 1571, abarca las tres naves y divide la iglesia en dos partes, la de los pies destinada al pueblo llano y la de la cabecera destinada a los monjes. En 1922 se instaló un retablo mayor barroco procedente de la población de Portillo (Valladolid), para sustituir al que tenía antes de la Desamortización, el cual fue tallado y montado entre los años 1527 y 1532 por Alonso Berruguete y que ahora se encuentra una gran parte de él en el Museo Nacional de Escultura, al igual que la sillería que se encontraba en la nave central. Esta fue construida por Andrés de Nájera y terminada en 1528, posee sillas bajas y altas, y su destino era el de servir para las reuniones anuales de los abades de los monasterios castellanos de la orden benedictina. Las sillas altas en sus respaldos tienen grabadas las imágenes de los santos de las distintas casas benedictinas para que cada abad encontrase fácilmente su asiento. El estilo de la sillería es el plateresco y está considerada una de las mejores sillerías existentes en España.