miércoles, 16 de enero de 2013

Convento de Santa Catalina de Siena

Convento de Santa Catalina de Siena

            La fundación del convento fue promovida por Doña Elvira de Benavides y Manrique, aunque la llevó a cabo su hija Doña Elvira en el año 1488, siendo a su vez la primera priora del convento. Este se fundó con el fin de acoger a las novicias de las familias nobles, y fue la propia Doña Elvira la que solicitó al Papa Inocencio VIII el permiso para su construcción. Permiso que fue concedido en 1488 mediante un bula papal, la cual permitía la construcción de la iglesia, claustro, refectorio, y dormitorios, también disponía de huerta y dependencias complementarias. El convento fue construido en el lugar que ocupaban unas viejas casas propiedad de Don Luis de Velasco, obispo de León.

            Cabe destacar que en la iglesia del convento se encuentra enterrado el escultor Juan de Juni según dispuso en su testamento, también se encuentran enterradas en la iglesia su segunda mujer Ana María de Aguirre, su tercera mujer María de Mendoza y su hija Ana María. Estas lápidas se encuentran ocultas bajo el entarimado de la iglesia.

Planta del convento

            Las edificaciones más antiguas del convento se organizan en torno a un claustro interior del siglo XVI de dos niveles, el cuerpo bajo, con pilares octogonales y capiteles de hojarascas, responde a los modelos tardogóticos, en el cuerpo superior, se desarrolla una arquitectura clasicista, con columnas de orden toscano. La decoración de los arcos denotan un estilo plateresco, y destacan los antepechos que cierran las arcadas, las del cuerpo bajo con una balaustrada renacentista, y las del cuerpo alto con tracerías caladas de estilo gótico y plateresco, todas ellas diferentes. Los dos cuerpos se unen mediante una escalera cubierta con una bóveda ovalada.

Claustro del convento (Foto de Ramón Gómez "El Norte de Castilla")

            La iglesia se organiza en dos partes, por un lado una nave de tres tramos cubierta con bóveda de cañón y por otro la capilla mayor, cuyo patronato lo adquirió en 1602 Doña María de Castro, viuda de Don Andrés Cabeza de Vaca, caballero del hábito de Santiago y señor de Villamete. Tras su muerte el conde de Nieva concertó con Pedro de Mazuecos la reforma de la antigua capilla mayor, adaptándola para los enterramientos de los patronos, lo que supuso su derribo y sustitución por una nueva construcción.  La capilla mayor actual tiene planta casi cuadrada, se accede a ella a través de uno de los cuatro arcos triunfales que sujetan la cúpula, esta dispone de ocho lunetos con ventanas para la entrada de la luz, resolviéndose en el exterior con un cimborrio de planta octogonal. En los laterales dispone del lugar de enterramiento, donde se pueden apreciar las estatuas orantes de los  fundadores, Antonio Cabeza de Vaca y su esposa María de Castro, realizadas por el escultor Pedro de la Cuadra. La capilla mayor se finalizó en 1607, y fue entonces cuando se realizó el traslado de los restos de ambos esposos desde el convento de San Agustín.

            En su interior destaca su amplio coro, el cual conserva su arquitectura original. Tiene una bóveda gótica y dispone de una sillería de nogal de estilo clasicista. En diversas partes del convento se conservan algunos revestimientos de azulejos en los zócalos, con adornos geométricos y florales, destacando los del refectorio que corresponden a primer cuarto del siglo XVII.

            En cuanto al mobiliario, dispone de un retablo de estilo clasicista con cuadros  del pintor Diego Valentín Díaz y tallas de Pedro de la Cuadra, también destacan el Cristo crucificado de Juan de Juni, y el Cristo yacente de Gregorio Fernández.

Patio de acceso (Foto de Ramón Gómez "El Norte de Castilla")

            En julio de 2009 las monjas abandonaron este edificio para trasladarse a los conventos de Corpus Christi y Portacoeli pertenecientes a la misma Orden religiosa, dando permiso el Ayuntamiento para que las instalaciones puedan convertirse en un futuro hotel o en un parador nacional.