sábado, 19 de enero de 2013

Convento de Santa Teresa

Puerta de entrada al convento

            Este convento fue la cuarta fundación de Santa Teresa de Jesús, en un principio estuvo situado en una casa con huertas, cedida en 1568 por los hermanos Bernardino, hijos del Conde de Rivadavia y por Doña María de Mendoza, esposa de Don Francisco de los Cobos, marqués de Camarasa, y hermana de Don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila, los cuales junto con la casa y las huertas aportaron una renta anual para la supervivencia del convento, el cual fue fundado bajo la advocación de la Concepción del Carmen.

            La propia Santa Teresa supervisó las obras de adaptación del convento para que fuera austero y sencillo siguiendo su norma. Estaba situado en un lugar llamado “Río Olmos”, en el camino de Simancas y junto al río Pisuerga. Fue ocupado en 1568 por las religiosas, las cuales enfermaban debido a lo insalubre del lugar. Por este motivo María de Mendoza las trasladó temporalmente a su propio palacio situado en la Plaza de San Pablo mientras buscaba una nueva ubicación para el convento.

El convento de Santa Teresa representado el el plano de Bentura Seco de 1738

            Para ello compró en 1569 unas casas con corral y jardín a Alonso de Argüello situadas en el lugar que ocupa el convento actualmente, las monjas se trasladaron a la finca en 1569, viviendo en las edificaciones que existían entonces, las cuales repararon, destinado una gran parte del corral y jardín para la huerta. Entre finales del siglo XVI y principios del XVII  se construyeron el resto de las dependencias necesarias, como la iglesia, el claustro, y las ermitas, todo ello realizado de una manera sencilla y austera como predicaba la Regla de Santa Teresa. De todas estas dependencias hoy día se conservan la iglesia, las ermitas, la celda de Santa Teresa convertida en oratorio, así como la puerta original de la casa de los Argüello, la cual da acceso desde la calle a un patio, donde se encuentra la iglesia y la entrada del convento.

            La iglesia de orden dórico es de pequeñas proporciones, tiene planta de cruz latina, una sola nave con el coro a los pies cubierta con una bóveda de cañón con lunetos decorada con yeserías, un crucero cubierto con una cúpula rebajada sobre pechinas, y una capilla mayor rectangular en la cabecera y toda la iglesia decorada con un zócalo de azulejo del siglo XVII.

            De la iglesia destaca su retablo mayor, en cuyo banco se puede admirar un relieve realizado en marfil que representa el entierro de Cristo datado en el siglo XVII, el centro del retablo está presidido por una Inmaculada policromada, realizada en el taller de Gregorio Fernández de 1635, en los laterales dos esculturas de Gregorio Fernández, un San José con el Niño de 1623, y una escultura de Santa Teresa de 1619. En el ático se encuentra un Calvario junto con los escudos de los patronos, los Marqueses de Camarasa.

            En el interior del convento se guardan numerosos recuerdos teresianos, como alhajas, cartas autobiográficas de Santa Teresa de Jesús y el códice también autobiográfico “Camino de la Perfección”. También importantes obras de arte, como pinturas de Diego Valentín Díaz y Luis Morales, esculturas como el Cristo crucificado expirante de 1670, obra de Juan de Juni, un Cristo flagelado de 1615, y un Cristo atado a la columna, ambos de Gregorio Fernández, así como un Crucifijo del Alejo Vahía.

Estado actual del convento